viernes, 12 de abril de 2013

Zapando

Todos los viernes por la noche me junto con la banda de unos amigos. Se llaman Willy Muyanga y esta es la historia que da nombre a su grupo.
Es verano del ’79 y la abuela de Pablito, el batero, se queja del barullo que está haciendo el nuevo inquilino con una Fender Telecaster roja.
Doña Julia le alquilaba el sótano a un vago medio hippie que se la pasaba zapando al taco; un tal Willy Muyanga.
-    ¡Bajala, Willy, son la una de la mañana! 
Una noche de tormenta Doña Julia se despertó sobresaltada por un trueno. La lluvia era tan bulliciosa que casi competía con los acordes de su vecino, pero un rayo seguido de un grito desgarrador dejó la casa en completo silencio y oscuridad.
La anciana dio un salto y se dirigió con una linterna hasta la puerta del sótano.
-    ¿Willy estás bien?
Entró y a tientas bajó las escaleras para encontrarse con los últimos peldaños bajo el agua turbia. El haz de luz recorrió la habitación y sólo pudo ver la Fender roja y el ampli, extrañamente,  aun zumbando. Willy ya no estaba.
A Doña Julia le costó explicar lo sucedido a la policía y por lo demás nada se supo del paradero del muchacho. Sin embargo, desde esa noche Doña Julia siguió desvelándose porque la perturba una distorsión proveniente de lo profundo de su casa.
Verano 2012. Pablito y otros vagos se reúnen en un sótano de Villa Ballester un viernes por la noche a tomar unas cervezas y zapar un poco. El guitarrista de la banda rompe una cuerda, pero Pablito le presta su Fender Roja. 




(Los Willy Muyanga en cuestión)


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