miércoles, 5 de diciembre de 2012

Urgente virulana

Nos encontramos por la mañana sobre una avenida en desnivel con gente transitando como cualquier día de semana. Vemos a una mujer de oficina con algunas carpetas que viene bajando por la calle y notamos que se percata de algo. Desacelera sus pasos hasta detenerse e intenta escuchar algo que nosotros no oímos. Mira hacia ambos lados como buscando el origen del ruido y varias personas a su alrededor también parecen haber percibido algo. El encargado de un edificio observa un charco de agua que ondula en la vereda que limpia. 

Ahora sí empezamos a escuchar un chirrido metálico que va haciéndose cada vez más fuerte y las personas se miran entre sí confundidas. La mujer se da vuelta y desde el horizonte de la avenida en picada aparece una esponja de acero gigante muy desagradable y amenazadora que avanza arrastrándose por la calle llevándose todo a su paso y produciendo un sonido insoportable. 

Toda la gente entra en pánico, grita  y comienza a correr hacia todos lados escapando del monstruo de acero inoxidable. Al mismo tiempo suena una canción de ciencia ficción de los años 50 en donde la ciudad era atacada por un monstruo gigante. 

En ese momento de caos levantamos la vista y vemos el sol amarillo que se transforma en una gota que cae lentamente. La situación continúa en slow motion con mucha tensión. Repasamos en detalle pequeños momentos de la gente en pánico: un señor corriendo y gesticulando de sobremanera con su portafolios que se abre y los papeles volando hacia cualquier lado. Una madre gritando con su bebé en brazos. El encargado del edificio con la manguera aún en la mano salpicando para todos lados. Una chica vestida para correr con su perro huyendo muy agitada. La mujer del principio que corre y se da vuelta observando el espectacular suceso. Por ultimo vemos nuevamente la gota que va a caer sobre la esponja de acero. Regresamos a la velocidad normal y en el instante en que la gota toca la masa metálica, ésta se transforma en una delicada y amable esponja amarilla. La música de tensión se corta y la esponja espumosa se desliza suavemente por la calle limpiando todo lo que toca. La ciudad ahora se ve mucho más brillante y colorida, mientras la gente camina feliz y encantada por evento mágico que aconteció. 

La mujer pasa un dedo sobre el pavimento como para verificar la limpieza y escuchamos el rechinar de un plato mojado. Con el detalle del dedo haciendo esta acción aparece la misma situación del dedo de la mujer rechinando un plato limpio en su cocina con la esponja y el envase de Magistral a un lado. 

Cómo leer a Scooby Doo

Todos crecimos en la ingenuidad de este grupo de amigos y su perro parlante que resolvía misteriosos casos de fantasmas y monstruos que servían para encubrir los malévolos planes de estafadores, asesinos y ladrones. Sin embargo, podemos afirmar que estos cuatro jóvenes a favor de la ley y el orden con su camioneta floreada apodada “La máquina del misterio” no estaban del todo en regla. 

Por empezar el hecho que exista un perro que habla en un dibujo animado no significa necesariamente una irregularidad; pero que Scooby Doo sea oído solamente por Shaggy Rogers amerita ciertas sospechas. 

Por otro lado, si recurrimos a la observación médica en la contextura física del personaje en cuestión, notaremos su cuerpo delgado y pálido, ojeras y un cuadro frecuente de cansancio, alucinaciones paranoicas, ataques de ansiedad y glotonería. Estos síntomas coinciden con los efectos de los consumidores habituales de narcóticos. 

Por último la tan reconocida serie se estrenó en el año 1969, década en la que las drogas estaban en su mayor auge de tráfico y consumo. 

¡Ahora vamos! ¿Quién no quisiera compartir unos joins en esa van con estos pibes?




martes, 31 de enero de 2012

Persecución

Plaza San Martin, Retiro. Un policía anarajado con su chaleco regordete, corre torpemente a contramano a un ciclista sospechoso mientras alerta a sus colegas por el radio. El loco de la bici esquiva los autos de Libertador y zigzaguea entre los azules que salen de todas direcciones. Subiendo y bajando por los desniveles del parque, saltando a los pocos oficinistas de siesta que quedan en el recambio de febrero, los oficiales agitados y gritando por la radio, no dan pie con bola.


Toda esta delirante escena nunca desperdiciada por mis ojos fue musicalizada por el gran Morrison que al oido me decía "And we're on our way. No we can't turn back, babe".